Globos de nieve

A mi me gustan los globos de nieve. Siempre me han gustado - estas diminutas bolas con copitos blancos adentro, que uno puede mover y rápidamente transformar todo paisaje. La nieve es una cosa rara. En el lugar donde nascí no había nieve – había solamente la posibilidad de ella, la idea de algo blanco y frio, pero nada concreto. Yo soy hija de las playas, de las montañas verdes de las palmeras, del sol anaranjado y caliente, derritiendo todo que es malo, pingando sudor en la testa. Yo soy hija de la tropicalidad.  

Mas, volvamos a los globos de nieve. A mi me gustan por su aparente perfección. Todos los árboles blancos, las casitas, a veces los edificios. Algunos tienen niños jugando, con sus casacas llenas de colores, los guantes y bufandas. Están siempre felices, los niños que juegan en globos de nieve.
A veces vivo dentro de un globo de nieve, en este sítio lejano donde estoy. Por veces despierto en la mañana y veo todo el mundo blanco, todo el mundo frío y estático, perfecto. Enquanto no me levanto, si no dejo a mi cama, el mundo permanece perfecto. Pero el momento que piso la nieve la forma de mis zapatos permanece, y imprime mi presencia. Puedo dejar messages en la nieve como las dejava en la arena blanca de las plajas de mi infancia, nombres, corazones y sonrisas – pero también angeles, y puedese hacer bolas de nieve; bolas de arena no se puede hacer, seria muy inconveniente limpiarse después. La nieve me divierte, es verdad. La creo divertida por su naturaleza tan mudable. La nieve está siempre cambiando: en água, en gelo, en flocos, en formas. Pero cuando despierto una mañana y veo el mundo cambiado en globo de nieve, no quiere mudar nada, solamente que permanezca en su perfecta blanquitud.

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